No title
Piel salada, la lengua dormida, ella y yo follando en la playa.. Perdidos en alguna playa desértica en Indonesia a miles de kilómetros de la civilización, de cualquier alma perdida. Rozándonos con el sudor goteando de mi cuerpo sobre el suyo, apretando sus nalgas contra la arena, las olas salpicándonos en los pies. Sus gemidos parecen una orquesta entre el silencio absoluto y el eco creado por los enormes acantilados que rodeaban la playa. En mis oídos se convertía en la 5a sinfonía de Beethoven. Vaya poema, los dos desnudos, tirados en la arena, follandonos como dos animales salvajes. Tan solo importaba mi instinto, mis deseos más profundos, mis pecados más oscuros, fundiéndose en una fantasía hecha realidad. Noto los rayos de sol quemándome en la espalda, las gaviotas como espectadores silenciosos, llenas de morbo y envidia. Ella me dice “No quiero que pares nunca”, yo sigo acercándome al climax, empujón tras empujón. La agarro del cuello, cierro la mano para que le cueste respirar, me acerco lentamente a ella con mi rostro y le paso la lengua por el cuello sudado, muy poco a poco.. Ella medio ahogándose jadea “Esto es el puto paraíso..”. Le meto un azote en la cara y empujó hasta el fondo, a cuál instante se le giran los ojos hacia arriba y noto como le empiezan a temblar las piernas que me envolvían por la espalda. Cuando finalmente pega un fuerte y largo gemido, y cae totalmente rendida en la arena con brazos y piernas, por estas mismas cayendo poco a poco su miel con sabor a cielo… A los tres siguientes empujones sin parar ni un segundo después de su corrida, la sacó y me levanto, quedándome sentado en su barriga bronceada de estar tirada todo el día en la playa; esperando también correrme, pero yo quería que lo notara por toda la cara, que lo saboreara como un cremoso helado fundido..
Tras cuatro tirones seguidos, y su cara llena de mi, poco a poco se nubla la imagen.. Mi visión se vuelve borrosa, todo oscurece, y se cierra lentamente el telón…